Las ideas más simples hacen las mejores soluciones. Mark Dytham (@markdytham) y Astrid Klein, arquitectos, lo tenían muy claro cuando se enfrentaron a un singular dilema en la promoción de su proyecto de networking:
¿Cómo reunirían a la mayor cantidad posible de jóvenes diseñadores en un espacio experimental, de modo que todos pudieran presentar su trabajo con éxito?
La solución propuesta por Astrid y Mark fue tan sencilla como genial. Decidieron establecer una única norma que los asistentes tenían que respetar a rajatabla:
La presentación debía constar de 20 diapositivas, y el ponente tenía que dedicar exactamente 20 segundos a cada una.
¡Imposible aburrirse! 6 minutos y 40 segundos por presentación.
No se trataba de una mera limitación de tiempo, pues eso ya estaba inventado (¡y sabemos que no funciona!). La verdadera clave estaba en el “20×20″, el método formal que de alguna forma “garantizaba” al ponente y a su público una exposición dinámica y sistemática de todas las ideas relevantes que merecía la pena compartir.
…Y por supuesto, la idea tuvo un éxito rotundo.
La buena acogida del formato pronto llevó a la creación de las PechaKucha Nights, que ya se celebran en más de 700 ciudades de todo el mundo: PechaKucha Nights en el mundo.
El origen del término
Como ya habrás imaginado, el término viene del japonés: ペチャクチャ.
Pecha Kucha (que podemos ver escrito junto o separado), es una onomatopeya japonesa que se usa para referirse al sonido de una charla casual.
En apariencia, la fonética de Pecha-Kucha no es complicada para los hispanohablantes, pero dicen los entendidos que en realidad se pronuncia así: pet-shah coot-shah.
¿Cómo se hace? En 5 pasos
La norma es clara:
¡20 diapositivas de 20 segundos!
En mi caso, para convertir una presentación “convencional” en una Pecha Kucha, utilizo el siguiente sistema en 5 pasos:
- Definir la estructura básica: divido la materia en los apartados o capítulos habituales, pero asegurándome de que es un múltiplo de 20, por ejemplo 5.
- Dividir los apartados: divido 20 entre la cantidad de apartados que tengo, en este caso, 20/5=4.
- Desarrollar los conceptos: a continuación decido cuáles son los (en este caso 4) conceptos esenciales de cada apartado y a cada uno le asigno una diapositiva. Ya tengo 20 diapositivas, cada una con un concepto, dentro de un esquema lógico.
- Probar: por último, ¡a ensayar! Pruebo a desarrollar cada concepto en 20 segundos. Para los más complejos, hago un esfuerzo de síntesis y para los más simples, intento añadir algún “guiño” que me ayude a amenizar.
- Control de calidad: Como la presentación dura menos de 7 minutos, no es difícil encontrar un “voluntario” que haga de conejillo de indias y me escuche. A continuación le pido que haga un poco de crítica constructiva para ayudarme a “pulir” mi trabajo.
¿Por qué Pecha Kucha? ¡Guerra al mal ponente!
Las personas que han probado el formato 20×20, como también es conocido el Pecha Kucha, suelen comentar cosas como estas (que suscribo plenamente):
“Al contrario de lo que pueda parecer, te da más seguridad en tu exposición, porque no tienes tiempo de divagar ni de ponerte nervioso. Te centras en el formato y lo demás pasa a un segundo plano.”
“Preparando una presentación en formato PechaKucha se aprende, porque al poner en valor lo esencial, descartando lo superfluo, terminas por ver las cosas de otra manera.”
Organizar un evento ajustado a la Regla PechaKucha tiene grandes ventajas. Para enumerarlas todas, veamos cómo inciden sobre cada tipo de ponente:
El ponente perezoso
¿Alguna vez has invitado a alguien a dar una charla y te has dado cuenta de que no se la ha preparado y te está dejando en evidencia? A mí me ha pasado, y más de una vez. ¡Tierra, trágame! El ponente perezoso a veces se derrumba, pero en ocasiones saca pecho y lleva la improvisación a un terreno donde las cosas solo pueden… empeorar.
Por fin tenemos una forma de prevenir estas situaciones:
No puedes improvisar una presentación que no has preparado si es “obligatorio” hacerla en formato PechaKucha.
El ponente newbie
El formato PechaKucha es un punto de apoyo que ayuda a superar la prueba sin dificultad a los ponentes “con pocas tablas”, o a los que tienen problemas para hablar en público. Es ideal para los más jóvenes, sobre todo en espacios multitudinarios donde el miedo escénico puede llegar a resultar abrumador.
El ponente ladrillo
Gracias al formato de presentación PechaKucha, los ponentes “pesados” que aburren a la audiencia se convierten por arte de magia en dinámicos y chispeantes monologuistas.
Es lógico. No tienen problema para hablar en público, al contrario, les encanta, pero no ponen límites al circunloquio, ni a la disgresión, ni al reloj. La regla del 20×20 saca lo mejor de ellos, y les impide caer en sus vicios.
El ponente despistado
Hay ponentes que pueden aportar mucho valor, pero que fallan en su técnica de transmisión de conocimiento, porque no son buenos oradores, se despistan, se enredan, y terminan dejándose en el tintero lo mejor de su exposición. PechaKucha les ayuda a centrarse en lo esencial y, sobre todo, a exponerlo “cuando toca”.
El ponente monocorde
Hay ponentes que parece que no están ahí. Su espíritu ha salido de su cuerpo, y ante la audiencia han dejado una cáscara vacía que recita del tirón un discurso átono, plano, mecánico… un rollo, vamos.
El formato 20×20 obliga a realizar 20 saltos, 20 piruetas, que dan ritmo y énfasis a la presentación aunque el ponente se esfuerce por hacer todo lo contrario (bueno, hasta cierto punto al menos).
El EGOponente
Ya lo conoces, ¿verdad? Seguro que hasta podrías ponerle nombre…
Él, o ella, es una estrella, el plato principal, la luz que ilumina el evento. Es elocuente, ingenioso, seductor, domina la situación. En algunos casos muy infrecuentes, en el paroxismo de la virtud, el EGOponente incluso llega a compartir algún conocimiento útil sobre algún tema que domina realmente.
¿No es genial tener un EGOponente en un evento? No siempre.
El problema del Rock Star es que convierte a los demás en teloneros.
El EGOponente hace sentirse pequeños al resto de ponentes y polariza la sesión. Esto puede no ser un problema en algunos casos, pero generalmente no es lo que buscan los organizadores.
El formato PechaKucha es un “igualador” eficaz, que obliga a este tipo de ponentes a centrarse en comunicar y no en brillar.
¿Moda “speed” en el networking?
El mundo gira cada vez más deprisa, y nos estamos haciendo muy exigentes. Los formatos de evento orientados a conseguir la máxima eficiencia y el mejor “ambiente” triunfan, y se extienden como la pólvora. Ahí van un par de ejemplos:
Entrepreneur Speed-Dating: es como el Speed-Dating de parejas, ¡pero no para ligar! sino para hacer negocios y conocer gente de tu sector.
Speed-Mentoring: solo conozco un caso de este formato, y he tenido el honor de ser parte de él recientemente (“No More Suits” en Madrid; también se celebra en otras ciudades). Es similar al Entrepreneur Speed-Dating, pero orientado al asesoramiento de emprendedores.
Conclusión
Estoy seguro de que el formato de presentación 20×20, tal cual, o con las variantes que se puedan imaginar, se irá imponiendo también como una forma de transmitir conocimiento en un mundo que nos obliga a ser cada vez más eficientes, amenos, y hasta divertidos.
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