Los ingresos digitales por actividades cinematográficas, de vídeo y de programas de televisión en España ascendieron a 2.571 millones de euros en 2010, lo que supone un incremento del 5,1% respecto al año anterior. En la cadena de valor son las actividades de post-producción las que mayor volumen de negocio generan y representan el 38,8% de la cifra total, seguidas de las de producción de cine y vídeo con el 20,4%. Con el 33,5% del total de la industria, es el segundo sector en cuanto al empleo generado en torno al negocio digital.
En la distribución a través de streaming las empresas españolas tienen mucho margen de mejora. El sector ha centrado esfuerzos en luchar contra la piratería, pero en paralelo, aún no ha ofrecido alternativas a las nuevas costumbres del consumidor. La facturación de los negocios de distribución en la Red alcanza el 4,8% de los 420 millones de euros de la facturación de la categoría de la distribución total, una cifra que se espera aumente tras el lanzamiento de nuevas plataformas en el mercado español. La visualización de vídeo a través de Internet se ha convertido en la principal fuente decrecimiento del tráfico en la Red. En EE UU, el 20% del tráfico de prime time (entre las 20:00 y las 22:00 horas) de Internet proviene de Netflix, el servicio más extendido de alquiler de películas online, que sustituye cada vez más a la actividad tradicional.
Netflix es el líder del mercado, con 24 millones de clientes y un amplio catálogo de películas y series en streaming a cambio de 7,99 dólares (unos 6 euros) al mes. El modelo de negocio de estas compañías no termina sin embargo de arrancar, ya que el coste de los derechos por emitir a través de streaming crece exponencialmente y es muy difícil costearlos con los ingresos por suscripción. En 2010, Netflix debía mil millones de dólares por ese concepto, una cantidad que ascenderá a 3.900 millones a final de este año.
En España los usuarios de Internet consumen más de dieciséis horas de vídeos online por mes, un dato muy por encima del registrado en países como Estados Unidos o Francia (comScore, 2011). La demanda es por tanto importante. La industria debe desarrollar una oferta legal, fiable y asequible que la satisfaga, y ya está trabajando en ello: el desarrollo de aplicaciones para la distribución de contenidos en Internet y las plataformas digitales de vídeos suponen ya el 46,2% de la facturación total de la categoría correspondiente a otros servicios de distribución de programas de cine y vídeo. La gestión de los derechos de las películas aglutina el 28,8% de la facturación.
El vídeo bajo demanda (vídeo on demand), es la forma de explotación comercial más extendida en el mercado español, con una facturación que supuso el 14,3% de los ingresos en 2010, mientras el streaming solo llegó al 4,8% de la facturación de la categoría.
La exhibición de cine en las salas ha sufrido una fuerte transformación con la aparición del 3D y la proyección digital de ofertas alternativas. Las salas de proyección se han apuntado también al proceso de digitalización, con 495 cines digitales en 2010, un 68,4% más que en 2009. La facturación digital ha aumentado en consecuencia, y alcanza el 7,8% del total de las actividades cinematográficas. Los modelos de negocio dentro de este sector son (ver Tabla 3):
Soportes digitales físicos
El modelo de negocio de esta forma de distribución es la tradicional para los hogares: compra o alquiler de películas en formato físico. Un informe de IHS Screen Digest estima que el visionado de películas a través de Internet por streaming o de descargas legales superará en 2012 el consumo mediante soportes físicos como el DVD o Blu-Ray. Calcula que el número de obras alquiladas o compradas a través de servicios como Netflix o iTunes crecerá en un 135% hasta alcanzar 3.400 millones, mientras las copias físicas llegarán solo a unos 1.000 millones. Esta forma de consumo está por tanto en declive, pero los ingresos que genera aportarán 11.100 millones de dólares a la industria frente a los 1.720 millones que proveerá Internet, donde el precio de las películas es mucho más bajo.
En España el Blu-Ray no termina de despegar. El informe anual de la patronal Ametic contabilizó por primera vez estos aparatos en 2010: ese año existían 119.892 reproductores y grabadores en este formato frente a 1.477.507 aparatos DVD, en todas sus modalidades, vendidos durante el mismo periodo. Las ventas de contenidos en estos soportes se han desplomado casi a la mitad en 5 años. Si las tiendas vendieron películas y series en DVD por 281 millones de euros en 2007, el año pasado se redujeron a 155 millones. A pesar de saltar de 3,6 millones a 30,8 millones de euros, los Blu-Ray no han conseguido frenar el desplome generalizado durante el mismo periodo.
En Estados Unidos el 75% de la venta es de Blu-ray frente al 25% de DVD, pero en el mercado español la proporción es la contraria: el 80% de la venta es en formato DVD frente al 20% del Blu-ray.
La tendencia es, sin embargo, a que el Blu-ray crezca frente al DVD, que comienza a decaer. El sector tiene sus ojos puestos en los aparatos externos que conviertan las TV planas, pero sin conexión a Internet, en televisiones inteligentes (smart TVs).
Streaming
El volumen de personas que ve videos y películas en streaming ha aumentado en España en un 10% de 2010 a 2011 (de 19 a 21 millones) y cada vez pasan más tiempo con esta actividad (la media en 2011 fue de 40 minutos al día, mientras en 2010 fue de 30, es decir un 30% más), según comScore.
Los modelos de negocio en streaming son dos: gratuito (sostenido mediante publicidad) y de pago.
El primero corresponde a los vídeos que se emiten en abierto, ya sea porque no tienen derechos de autor o porque el autor cede sus derechos expresamente para que se emita su contenido sin restricciones. En el de pago los usuarios tienen acceso a vídeos y películas como si se tratase de un videoclub tradicional, con la posibilidad de abonarse mediante suscripciones o pagar por descarga (item selling). Ante el avance imparable del streaming la industria cinematográfica da bandazos para tratar de recuperar el tiempo y el espacio perdido, que han ocupado servicios ya consolidados como Netflix (el líder, con 24 millones de suscriptores en EE UU, funciona también como un videoclub por correo, y permite el alquiler de soportes físicos enviados directamente al domicilio del usuario) y Hulu, que combinan varios modelos de negocio: el pago por visionado (alquiler), la compra y la suscripción mensual que permite un consumo ilimitado de películas y series de televisión. En España, donde Netflix no puede distribuir su contenido por limitaciones en las licencias, hay terreno de sobra para construir una oferta legal, con una amplia variedad de reproductores: a los PC, se añaden las televisiones conectadas, los iPad y otras tabletas y los teléfonos móviles.
Ejemplo destacado: YOUTUBE
Incluso YouTube, la web de referencia de vídeos gratuitos financiados por publicidad, lleva unos años alquilando películas en streaming en Estados Unidos. Google cerró recientemente un acuerdo con Paramount Pictures para ofrecer 500 de sus películas en la plataforma digital de vídeos y en Google Play, y la intención es seguir aumentando el catálogo. Con este acuerdo, Paramount se une a la oferta de 9.000 títulos que YouTube ya ofrecía de Sony, Disney, Universal y Warner Bros (solo se resiste 20th Century Fox, de las seis majors de Hollywwod), y unas 10 productoras de cine independiente. Como en Netflix, el usuario paga un precio de menos de 4 dólares (unos 3 euros) y adquiere el derecho a visionar el filme todas las veces que quiera durante 48 horas.
La nube
Los estudios de Hollywood han lanzado un modelo que pretende competir con los servicios de streaming: UltraViolet. Se trata de un sistema incluido en algunos de los nuevos DVD y Blu-Ray y que permite tener además de la copia física, el acceso a una versión alojada en la nube que se puede visionar desde cualquier dispositivo. El usuario, sin embargo, parece preferir el streaming como método económico, asequible y accesible, a través de alquiler o suscripciones mensuales, que también pueden estar alojadas en la nube. La compra de películas online supone en general descargarse la copia en un dispositivo, y aunque la opción de tenerlas disponibles en la nube podría mejorar la tasa de adquisiciones, lo cierto es que según IHS Screen Digest, la tendencia es a que el volumen de negocio se mantenga estable frente al crecimiento del 41% que augura al streaming. El
modelo interesa, no obstante, como demuestra el hecho de que la tienda iTunes de Apple se haya embarcado en una iniciativa similar.
Redes sociales
Los estudios están pensando no sólo en cómo vender sus películas online, sino también, dónde, y están poniendo la mirada en las redes sociales, especialmente Facebook. Algunos ya han empezado a alquilar películas a través de esta red, pero quieren ir más allá, como facilitar la posibilidad de ver películas con amigos, compartir vídeos y jugar a videojuegos relacionados con películas. Los usuarios podrían ver cintas también recomendadas por sus contactos.
Ejemplo destacado: FILMIN
Filmin, el Netflix español, ofrece como su análogo estadounidense, tarifa plana para el alquiler en streaming de cine, series y clásicos en calidad DVD durante 72 horas (no hay opción de compra para descargas). La suscripción mensual por 15 euros da acceso a más de 3.200 títulos y a 3 estrenos. El servicio está disponible también para iPhone, Samsung TV, iPad, Android y PS3 dentro de la misma cuota. Uno de los puntos fuertes de la plataforma es su sistema de recomendaciones dentro de una comunidad de usuarios y su inmersión en redes sociales.
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