martes, 18 de septiembre de 2012

Emprendedores sociales para cambiar el mundo


Hay muchas maneras de montar un negocio, pero no todas revierten de la misma manera en el entorno en que actúan. El emprendimiento social se distingue del resto de iniciativas empresariales porque busca poner en marcha un proyecto innovador que produzca un cambio social específico y duradero. Los emprendedores sociales intentan generar, lógicamente, beneficios económicos, pero estos quedan en segundo plano respecto al objetivo fundamental: generar un impacto profundo allí donde actúa.

¿Cuáles son los desafíos a los que se enfrenta este modelo? ¿Cómo puede crecer? La Universitat Oberta de Catalunya (UOC) ha organizado esta semana un debate con varios expertos en el tema para arrojar luz sobre estos interrogantes.

"Esta forma de emprendimiento ha pasado en 10 años de ser prácticamente testimonial a ganar visibilidad", introduce Ignasi de Juan, profesor de Innovación Social del MBA en Social Entrepreneurship de la UOC Business School. Buena parte de este nuevo impulso que se la ha logrado dar responde, en opinión de De Juan, al "extraordinario cambio que ha habido en las políticas de responsabilidad social corporativa (RSC) de las empresas". El resultado: el emprendimiento social ha madurado. "Se ha pasado de captar fondos exclusivamente de las Administraciones públicas a lograr otros canales", apostilla.

Nieves Arellano, directora de la delegación madrileña de la Fundación Manpower, coincide en el tirón que han propiciado las empresas al fenómeno. "Percibo en las compañías una mayor convicción en la voluntad de provocar cambios sociales. Otra cosa es que pongan los medios necesarios para conseguirlo", matiza.

Es opinión compartida entre todos los ponentes que contar con medios suficientes para poner en marcha la iniciativa no es suficiente. "Si hemos aprendido algo durante todos estos años es que cuanto mayor es la impronta empresarial de los emprendedores sociales, mejor es la eficiencia en lo tocante a los fines que persiguen", señala Ignacio Aizpún, director general de Atam.

Acompañar en el proceso a los emprendedores sociales, tanto desde el punto de vista económico como profesional, es a lo que se dedica la asociación Ashoka. "Hemos apoyado a 3.000 emprendedores de 70 países, siendo prioritario para nosotros que sus proyectos puedan propiciar un cambio sistémico", dice Elena Correas, directora de programa de selección y apoyo de la asociación.

Otro de los puntos de consenso de la mesa es la gran importancia de las redes para fortalecer y consolidar este tipo de iniciativas. "Para nosotros es una de las partes fundamentales del proceso", subraya Correas. "La decisión sobre cómo quiere un emprendedor escalar el proyecto es clave. Ahí hay que ver si son ellos mismos quienes se tienen que ocupar de su crecimiento o son otros, por ejemplo a través de franquicias".

Pero sacar provecho de las redes no es tarea fácil. "Se está produciendo una transformación brutal de la sociedad a escala global. La realidad es que hay menos recursos, por lo que toca conjugar las conciencias individuales y locales", sostiene Aizpún. Y prosigue: "El problema de trabajar en red es que no sabemos trabajar en red. Eso se debe a que, a lo largo de los últimos siglos, hemos dejado de ser seres relacionales en cooperación, relegando esa responsabilidad solidaria en el monstruo la las Administraciones públicas. Y eso ha tenido su repercusión en las organizaciones, que se han dedicado más a la reivindicación de derechos que a la acción", argumenta.

El valor de la experiencia

Lo importante de toda iniciativa es que tenga buen rumbo. "El emprendimiento social no es incompatible con la profesionalidad. Las iniciativas que vivan solo de las subvenciones no tienen ningún futuro", afirma Enrique Ordieres, presidente de Cinfa. Lo sabe por experiencia: el 80% de los empleados de la empresa que empaqueta y envía la producción de la división de ortopedia de la compañía son discapacitados. "Siempre cumplen", añade al respecto.

La ilusión es uno de los valores clave para que los proyectos salgan adelante. Lo sabe bien Federico Cuenca, gerente de comunicación interna y RSC de Isban. Su firma ha montado, en colaboración con Gestiona Radio, un programa radiofónico compuesto íntegramente por jóvenes con síndrome de Down. "La evolución ha sido espectacular. Hay chicos que han pasado de tener problemas para expresarse a ser capaces de realizar una entrevista entera en directo a un personaje sin la ayuda de un guion".

Publicado en Cinco Dias

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