¿Qué significado le estamos dando en educación al término innovar? ¿se nos está yendo de las manos tanto curso, feria o concurso educativo presuntamente innovador? ¿tiene sentido que haya tantas definiciones de innovación como centros educativos o docentes? ¿estamos pecando de escaparatismo y superficialidad en el aprendizaje o hemos caído en las garras de un malentendido marketing? ¿sólo con la voluntad es posible alcanzar una innovación valiosa?
Me da la sensación que los estamos en este barco llamado enseñanza navegamos con frecuencia a golpe de timón. Seguimos sin rumbo fijo o al menos perdemos de vista lo realmente importante: lograr una educación que inspire. Muchos estamos de acuerdo en que la educación debe evolucionar más rápido y no sólo a nivel de uso de herramientas tecnológicas; sin embargo se sigue insistiendo en la innovación como un ranking de mayor o menor utilización de dispositivos o aplicaciones TIC sin tomar en cuenta aspectos más importantes como la formación del profesorado o la definición de un proyecto de centro que permita el trabajo codo con codo de sus profesores.
Entiendo igualmente que la mayor innovación está en la mejora de mi trabajo como docente. Renovarme como profesional exige un autocuestionamiento permanente de la práctica educativa. Innovar para mi supone rectificar, eliminar o añadir aquello que hago curso tras curso. Innovar me supone darme cuenta de donde meto la pata, donde debo indagar más para conectar con los alumnos y profundizar en mi materia.
El profesor innnovador es al fin y al cabo un tipo implicado que no rehuye al alumnado, lo busca. Es fácil innovar si conocemos nuestras fortalezas personales y las aplicamos en el aula; cada uno de nosotros somos buenos para algo, pero tal y como nos enseñaron, solemos acabar inmersos en la mediocridad de unos contenidos o en el tedio de unas jornadas escolares repetitivas. Descubrir esas fortalezas o potenciarlas, ayudarnos o servirnos de los compañeros y sentirse parte de un proyecto común, son las mayores innovaciones que disfrutarán nuestros alumnos. Porque no olvidemos que lo normal sigue siendo lo de siempre: evaluación basada en exámenes finales, calificaciones numéricas (con decimales, por supuesto) desde bien pequeños, cientos de horas en un aula, deberes repetitivos, escasa conexión entre las materias y profesorado, personalización insignificante del aprendizaje...
No se trata de intensificar el uso de las TIC o volver a la clase magistral. La disyuntiva no es esa. Actualizarse o morir tampoco es la cuestión principal. Creo en la innovación como unproceso personal donde te das cuenta de las prioridades, donde eres capaz de ver tus propios fallos y seleccionar lo que realmente importa para tus alumnos. Los años de ejercicio profesional sólo aportan innovación si se trabaja con los ojos abiertos en el aula, en los pasillos de la escuela, en los blogs educativos y mirando siempre con ganas de mejora, sin autosuficiencia. ¡Y siempre hay recorrido en la mejora personal!
Tengo realmente claro que mis blogs, aplicaciones, dispositivos no innovan absolutamente nada si no tocan la fibra de los alumnos, si no despiertan un mínimo deseo por aquello que les interesa o al menos sienten que son buenos en algo concreto. Y ahí creo está la mayor dificultad: transmitir y hacer sentir a un mismo tiempo con la ayuda de las herramientas que tenemos al alcance. El resto puede esperar.
Oscar Boluda Ivars
Gran trabajo sobre la solicitud de eventos.
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